sábado, 2 de marzo de 2013

post mudado

Ya sé, por experiencia más que por la máxima (S. Ignacio de Loyola, fue) que en tiempo de tribulaciones no hay que hacer mudanza, o algo así. Pero como en mi memoria no quedan grabados mas que los datos que me permirten sobrevivir, cometí, una vez más, el mismo fallo... y van unos cuantos mil. Tal vez no tan grave, léase hasta el final.
 
Podría haber empezado diciendo que las canas se estaban apoderando de mi cabeza, que no de mí. Podría haber empezado diciendo que por esas carambolas genéticas me había tocado el lujo de llegar a mi edad sin que ni un pequeño retoque de color me hubiera rozado siquiera el pelo, cosa que ahora veo que no agradecí.
 
El caso es que un día de estos de lluvia y viento pertinaz pensé que estaría la pelu vacía y sin pensarlo dos veces me fui. Estaba vacía, sí. Una pelu de barrio. Le cuento el rollo, le digo que es mi primera vez. A ella le encanta la mudanza primera y me dice que es oficiala, peluquera de pedigrí. Me oigo a mí misma decirle que me fío. Qué mentirosa, ay.
 
El proceso me pareció bastante simple, reconozco que se lo retransmití a una de mis hermanas por guasap, sin duda una necesidad de aliviar tensión y compartir. Ya está: me vi unas cosas bastante amarillas, ¿o naranja?, repartidas por ahí, pero no pasa nada, al matizarlo (¿matizarlo?) desapareceran.
 
Llevo días, como tanta gente, leyendo noticias, artículos de opinión, blogs. Escuchando conversaciones y hablando con gente, unos con "las gafas de la fe" y otros no, sobre la renuncia del Papa. Aunque llenos de agradecimiento y esperanza, días de tribulación. Las cosas que me preocupan, "una serie", dos o tres, aunque quiero pensar que irán saliendo, me tienen atribulada también.
 
El jueves por la noche mi héroe me invitó, para estrenar mis no canas, a una Lutherapia. Y ayer por la noche, en una reunión de matrimonios con un sacerdote, hablamos largo y tendido del Papa, también.
 
De las tres experiencias concluyo que aun en medio de tormentas uno se puede reír, aclarar sus dudas, mudar, pasarlo bien, ser libre y decidir. Nada hay tan definitivo, ni tan tremendo, ni tan irresoluble. Incluso mi pelo calabaza tiene remedio, vamos, seguro que sí.