lunes, 17 de septiembre de 2012

nada


 
 
Reiros si queréis pero aún no he aterrizado. ¿Cómo lo explico? Nada mas volver empiezan en casa y alrededores una serie de cumples y santos que nos tienen distraídos más de una semana. Gracias. Después hay que lavar bien las toallas, que no hay manera de que vuelvan en si después de tanta sal y agua, deshacer bolsas y maletas, titos varios que ya no recuerdan dónde estaban, reponer alguna que otra baja, recados varios y zarandajas... Y este año, por si nos aburríamos, han llegado las cabañas. ¿Y qué son las cabañas?, os preguntaréis sin duda. En un tris he estado de quedarme para siempre, o para una buena temporada, allí donde pasa mi verano hortera. Por lo menos hasta que pasaran las cabañas. Soñaba, soñaba de soñar con que me quedaba. Y me quedaba sola, qué cosa, para leer lo que no he leído en más de dos meses, para comer solo fruta y bocatas, para bañarme con calma, sin que nadie me reclamara para decirme mira cómo me sale el pino o lanzarme sin avisar la pelota de playa. Y descansar de junio y de mayo y de todo... he estado muy, pero que muy tentada. Pero no ha podido ser esta vez, me tuve que venir porque había que ir a las cabañas.
 
Y de allí vengo, esta misma noche llego, agotada. Mañana a lavar otra vez las toallas. Y así, como comprenderéis, no estoy yo para nada. Ahora un día de estos que me anime y me salga, os cuento más cosas y si queréis lo de las cabañas. Os he leído casi en silencio, seguís siendo lo más de lo mejor de cada casa. Este verano el tiempo nos ha regalado mucho tiempo. Qué bien que no hayamos hecho nada. Si no llega a ser por las cabañas...