martes, 31 de mayo de 2011

post dedicado

Valencia, a 31 de mayo de 2011

Mis muy amables lectores:

Este blog que suele compartir secretos femeninos quiere por una vez rendir un merecido homenaje a todos aquellos señores que con fidelidad y arrojo lo siguen. Esta que lo es, su autora, es consciente de que por más que se empeñe no puede, ni quiere tal vez, dejar de contar aventuras domésticas, intra; exámenes de los hijos, apuros y trucos para sobrevivir a estos meses de Mayo y Junio que por vuestro seguimiento sabréis son especialidad de la casa.

Me siento ante la cajita con letras y sale lo que sale, lo que hay dentro de mí. Sé que estáis deseando que se termine este rollo monótono, no creo que más que yo, y vuelva su ágil escritora a escrutar el mundo exterior. Pero os tengo que advertir; en cuanto se acabe este suplicio me voy. Ya me estoy imaginando en alpargatas, en pleno esplendor de sol de mi verano hortera. Oh.

Sé que sois más de uno, puede que más de dos; si las estadísticas no me fallan, igual sois tres. Pero no por eso menos importantes. Hoy tenía ganas de haceros la pelota un poco. Y también de avisar: id desenganchándoos de este Verbos en Juego porque hasta septiembre estoy en off.

Amigas, vosotras me comprendéis. Perdonad esta entrada tan masculina y exclusiva, pero creo que se la merecen, ¿no?. Porque vamos... comentar hasta los post de belleza... tiene mérito, no me digáis que no.

Tomae, hijo, no vuelvas a decirme que estoy lejos, por favor.

viernes, 27 de mayo de 2011

una cita (colgados)

Hoy tenía una cita. Unas semanas atrás quedamos en que saldríamos. Antes de que la suerte estuviera echada del todo saldríamos a cenar.

Me he arreglado un poco (bastante), de una manera informal. Sin tacón y con un collar largo en nudo. Un pantalón negro y una camiseta larga gris. Me he maquillado un poco (bastante), con un descubrimiento que me parece espectacular en las mejillas y los labios (curiosos pinchad aquí).

Ha venido recién duchado, con su mejor polo azul y su vaquero preferido. El pelo aún mojado de esa forma que no sé explicar. Con cara de niño bueno que va a conceder a su acompañante por una noche alguna sonrisa fuera de carta, algún secreto y alguna confidencia, una leve inquietud o un piropo con los ojos. Prometía su actitud y yo estaba, antes de salir, vendida a sus encantos y decidida a callar tanto amor y a flirtear un poco con tal de repetir después del verano.

Ese era el trato y lo hemos cumplido. Ha sonreído y le he dicho que estaba guapo. El me ha mirado con sus ojos de miel. Ha tomado un brownie de postre y cuando justo iba a decirme el nombre de la niña de su amor, cuando había acabado su sangría y después se iba a arrepentir... he hecho que se callara porque no  he querido saber que miles de pretendientas están ahí, esperando a que él las mire con esos mismos ojos dulcísimos y traviesos con los que me mira a mí.

Después del verano tenemos una cita, justo antes de que empiece otra etapa y estemos los dos colgados en sus manos, como hoy.

martes, 24 de mayo de 2011

post que casi no sale


Vaya. Hoy que me lanzaba con todo el interés a contar alguna cosilla, me he encontrado con mil y un problemas para acceder a mi blog y a los vuestros. ¡Qué cosa es un ordenador!, qué cosas son las redes éstas; que si plataformas, que si blogger, que si trabajos de mantenimiento, que si torpeza de la que los maneja... yo qué sé.

El caso es que ahora ya no tengo tiempo, pero quería aprovechar para lanzaros este post en una botella; ya sabéis que vivo muy lejos, muy lejos, en una isla allende el mar donde pasan cosas muy raras y otras de lo más vulgar.

No hago más que cantarla por dentro...


miércoles, 18 de mayo de 2011

entre la ternura y el mal genio



Hace unos días nos fuimos de viaje mi padre y yo. Había nacido, en la ciudad sobria y al norte, su primera nieta y mi primera sobrina. Al llegar nos encontramos con una niña pelirroja que me pareció la más guapa del mundo. Mi princesa de fresa, se llamó.

La semana pasada, unos días después, subió al estrado del colegio para leer la despedida en el día de su graduación. No pude verla ni escucharla pero su madre, mi hermana, me lo contó. Habló de una caja de bombones y le dedicó a su tutora todo el chocolate del mundo, en una metáfora preciosa que nos hizo llorar. 

En nuestra época, la de los romanos, acabábamos el colegio y ya está. Ahora se le da una importancia que creo que  tiene; el hecho de una etapa que termina, el momento de ser capaz de mirar hacia atrás, ver algo de los frutos recogidos, los recuerdos, los amigos y sobre todo intentar que se empiecen a abrir las puertas del futuro, empujar.

Hace no tanto pensaba que era una importación absurda, pero a medida que se nos acerca el día tengo que reconocer que me hace verdadera ilusión el hecho de que un hijo nuestro termine esta etapa que empezó ayer, como su prima, con un nudo que aunque solté se ha quedado germinando en mi garganta. Cositas de tía y de madre, lo sé.


Pero héte aquí que aún siendo todo esto cierto y sin dudar de que hasta ellos alguna lagrimita soltarán, al buscar una imagen me salen las fiestas prometidas, los vestidos de ellas y las corbatas de él,  los viajes, vamos, ni de churro, con pacto o sin él. A ver si resulta que tengo que cambiar de opinión o matizarla, o comprender que para ellos acabar el colegio es ponerse unos taconazos y bailar hasta las seis...


 ... en una boîte...


...???, qué digo, discoteca...


No, no estoy preparada para la graduación. Y menos si se gradua otra vez el año que viene, no. Voy a cambiar otra vez de opinión y a pensar que es una costumbre importada y que después de la celebración hay que irse a casa a tomar un chocolate con churros y a ver el un dos tres, hombre ya, por favor.

martes, 17 de mayo de 2011

ya está aquí, en pleno apogeo


Llevo días aguantándome este post para que no se dispare el pitorrín de la olla, con todo su vapor a presión. Pero hoy me he levantado pensando: vamos a ver, ¿para qué te sirve ser una anónima, cobarde?, ¿no ves que no va a pasar nada por que sepan que tú también estás... estás?. Tienes una tribuna semipública pero nadie sabe quién es la que se queja detrás. No pasa nada aunque quedes como la Charito, (quién es la Charito, no lo sé). No pasa nada aunque te contradigas y quieras vivir tu tensión sin comentarla un día y al siguiente vayas a soltar este rollo inmundo y lastimero y...

Tengo tres hijos adolescentes, dos en plena ebullición. Un mes de mayo florido y hermoso y una colección de calabazas que si me permitís no voy a sumar. ¿Por qué se ha adelantado junio? Porque el curso, según a que edad, se está acabando desde mayo hasta junio. El sexo contrario (ella o él) ha pasado a ser el deseado. Me gustó lo del pájaro fusil. Tanto despilfarro de plumas no es muy compatible con el esfuerzo que hay que derrochar. Y me alegro porque es una buena noticia si la miro con ojos de... evolución.

A la vez que se acumulan las fechas de exámenes, se acumulan las ensoñaciones y la dispersión: fiestas, Comuniones, el equipo que ha terminado la liga, una amiga que se va a otra ciudad, la despedida de tal profesor, vamos a organizarle una merienda, el día de la familia en el colegio (a quién se le ocurre en Mayo, Señor), me llama no me llama, te quito el teléfono y se acabó, no hay tuenti hasta que acaben los exámenes y suma y sigue sin parar. Mi amiga Sunsi lo cuenta mejor.  Si una personita de éstas se queda delante del libro a soñar, no puedes decirle que no sueñe, bueno, puedes decirlo pero no va a parar. Qué importan ahora el verano y los primos, qué importa ahora cargarse lo que han invertido cuando hacía frío, qué importa ahora no tener tuenti, ni móvil, ni ná... si todo lo llevan  en su cabecita y su corazón les impide hacer nada que no sea dibujos de niños cogidos de la mano o cantar canciones de... de... de la mocedad.

En cambio yo, en cambio... mi corazón está anclado en mis amores largos y antiguos, en este momento nada me hace vibrar. Me vibran si acaso las cuerdas vocales que se empeñan en gritar cuando no quiero, no puedo y no debo, ellas van a su aire, a su viento... que me tienen desesperá. Porque, no sé si lo he contado aquí, mi papel es vigilar. No soy una vigilante de la playa, esto se habrá comprendido ya, soy la típica madre pesada que no quiere que suspendan más de las estrictamente necesarias, por un año, si es posible, que tenemos cosas que celebrar...

Dicen mis hermanas y algunas de mis amigas que es una época difícil, menos mal que lo dicen, menos mal. Porque yo llevo sufriendo los junios en mis cannnes varias primaveras, así como al final, más o menos hasta que llega San Juan. Por lo menos me siento acompañada, que tal y como están las cosas no está nada mal. Entre tanto quería agradeceros este desahogo y pediros que no me animéis. Hay que pasarlo y hay que pasarlo. No hay más. Ah, y aseguro que no lo echaré de menos, esto es una barbaridad.


PS: eso sí, si me queréis, los que recéis, rezad.

lunes, 16 de mayo de 2011

propaganda


A los partidos políticos varios que echan propaganda en mi buzón les digo:  estoy usando las papeletas por detrás para escribir notitas y listas de la compra. Propongo que muchos lo hagamos, entre que ellos vienen y van. 

lunes, 9 de mayo de 2011

post raro


En mi caso la ralentización externa se debe a un aceleramiento interior. Son tantas las cosas que están pasando que aminoro el ritmo de actividades para poderme concentrar y descansar los ratos que tengo, y no hacer nada, nada, y nada más.

Esta explicación no viene a cuento, pero me planteo porqué ni tengo ganas de escribir ni escribo. El mundo gira loco a mi alrededor; yo pongo el freno de mi alma, de mi mente, de mi corazón. No me gusta tener prisa, pero si las cosas de afuera corren siempre podré parar desde dentro, donde soy más libre, donde puedo esperar a que las ideas tomen una forma comprensible, ordenada, donde no me hagan daño como agujas y ser yo acerico, no.

Todo va bien por otra parte, mientras la paciencia se estire y el cuerpo aguante. Hoy me han enlazado en un estupendísimo blog y me ha hecho mucha ilusión. Aunque yo no dije lugar sino antro; el que es bueno es bueno, lo ha querido suavizar. Gracias, Cotta.

viernes, 6 de mayo de 2011

itv (versión reducida)


El día antes de salir mi héroe me dijo muy en serio: deberías ir. Como te pillen en carretera, te van a crujir. Como soy obediente y desde enero notaba que de forma inconsciente me ponía en otro carril, al de los guardias me refiero, me dispuse de buen ánimo a dedicar un rato a mi cochecillo, porque hay que ser civilizado y porque... (aquí quiero poner otra razón pero no hay forma, por lo que concluyo que solo lo hago por miedo a mis amigos los agentes ya que este post no va de lo que me parece la itv, no)

La primera cola me pareció normal; justo antes de la gran fuga más gente de la que parece conduce un coche que hay que revisar. Saqué de la guantera mi paciencia y me dispuse a esperar, siempre en primera y punto muerto, una hora larga, sin exagerar. Cuando llegué a la "Caja de Cobro", que es lo primero que hay que pasar, una chica muy amable me dijo que el permiso de circulación no era válido. Le tuve que recordar que el año anterior me lo dieron por bueno, aunque era del dos mil ocho y me sonaba que aquel guardia me dijo que lo tenía que tramitar... un recuerdo vago al que no hice caso, con los papeles sueltos me llevo mal. La amable señorita se empeñó en que le trajera el permiso o no me podría examinar. Hale, Manolo, ven a sacar este coche de la cola, que no puede pasar. Hale Manolo detuvo el lentísimo tráfico y entre maniobras de víctimas del sistema me echaron atrás.

Ligera, de punta a punta de mi ciudad, en un día de partido de ésos de la final. Miles de banderas ondeaban en fanáticos coches y autobuses sin par y yo sin bandera ni reino, ligera en mi cochecillo crucé mi ciudad. Hasta que llegué a la oficina de tráfico donde me esperaba el ansiado permiso... para circular. Un permiso para hacer lo que estaba haciendo; imagínate que me sale otro guardia y me lo pide y le digo que lo voy a buscar...

Allí me encontré con mi segunda cola mucho más rápida que la anterior. Pensé: "qué suerte he tenido, claro, son más de las dos". Lo que no sabía es que en aquella oficina había dos movimientos: el del piso de  abajo andante casi allegro y el de arriba torturador. Con filas de sillas de ésas que miran a las pantallitas de desgranar números hasta el no sé cuál, repartidos en cienes de ventanillas. A mí me tocó un capicúa par con letra b y me senté a mirar las pantallitas; mic, mic, mic. Con las rodillas a punto de saltar y levantarme desde dos decenas antes del mío, sin más distracción que los cogotes de delante y el ruidito al que llamé micmear; imagínate que se te pasa el que te ha tocado en suerte y tienes que volver a empezar...

Llamé a casa y les dije que comieran tranquilos que estaba de excursión; no quise adelantarme y darle a mi héroe el alegrón. Cuando salté a por mi numerito y me pusieron el sello liberador, que no se me olvide que me dijo que no es definitivo, por favor, decidí seguir animada y de buen rollo y me tomé una ensaladilla y una cervecita en un bar. Como había aparcado bien el coche no tenía de qué preocuparme, pese a que aquello parecía una convención de policías que campaban en su terreno natural. ¿Te imaginas que con el permiso en mano me paran y me hacen soplar? Y si me pillan fumando, eso sí que hubiera sido el final.

Crucé la ciudad en la otra dirección y me crucé con los de la otra afición. Muy bonitas sus banderas no de un color sino de dos. Dada la hora que era y que ellos también habían estado en algún bar, iban andando, claro, sin respetar mucho el sitio que yo llamo carretera o calle y ellos supongo que lugar de ocio y expansión. Llegué orgullosa de mi paciencia y buen humor a la primera cola que había hecho por la mañana donde había parón. Cambio de turno de mecánicos, me dijo el de delante, un ford. Eso tampoco me hundió; yo tenía mi papelito, un pasaporte a la libre conducción.

Apriete el acelerador, así no, a fondo, frene, frene más. Acelere, acelere, esto me encanta, qué follón, si no fuera porque es un local con poca ventilación y hay varios coches, que allí se llaman vehículos, haciendo la misma operación. Intermitente izquierdo, derecho, luces de posición, de freno, abra el capó. Me lo sé, me dije, me lo sé todo y voy a aprobar con nota esta evaluación. Siga, siga, primera, mueva el volante, hala, derecha, izquierda, más rápido; esa parte me suele dar risa pero es que ya llevaba más de tres horas tirando de afición. Y ahora agua en el limpiaparabrisas... ¿agua? pues no. No llevo agua, oiga. Y siguió; sin mostrar sentimiento alguno, el chico avezado y enteradito, siguió.   

Déjelo ahí, voy a por el informe. Qué contenta estaba, a punto de fardar de cómo tiraba mi campeón, me pareció que le había gustado y todo, con lo viejecito que es y lo bien que suena, si lo sabré yo. Y el mecánico, que me acuerdo de su cara porque no puso un gesto ni medio, me dijo que no era favorable mi revisión. Por una cosa grave, le faltaban dos tornillos, en el guardabarros delantero o anterior y por lo del agüita, que según él era leve pero junto con lo de los tornillos lo peor.

Esta historia tenía seis o siete capítulos pero he decidido reducirla en esta versión.  Es muy pesadita y muy larga pero la culpa no la tengo yo.

PS: Después de lo que pasó, mis hermanas me contaron que hay talleres que preparan los coches para aprobar la revisión. Si Sarracena me lee, que creo que no, me acordé de ella y de su aka; cuánta razón.

miércoles, 4 de mayo de 2011

qué imbécil soy

Iba a escribir un post muy triste, muy triste. He mirado por la ventana para darme más pena, más pena y de repente... míralas. Allí estaban dos palomas blancas primavereando de balcón en balcón. Con su afán de cada día, con lo que queda de día el afán.

Si pienso en mis afanes de hoy poco puedo adelantar; el sermón de no-estudio está dado, he cortado las uñas después de merendar, la impresora por fin ha funcionado y tengo merluza para cenar. Después anochecerá poco a poco; la luz, que no se querrá ir. Y llegará mi héroe cansado y yo seguiré aquí. Aunque llueva, aunque truene o aunque el cielo se nuble o me lo parezca a mí.

Son pequeños mis afanes y los agrando mezclándolos con los de mañana, con los del otro, con los de después. Y encima de que me doy cuenta, me doy pena y quiero escribir un post triste, muy triste...

Desde luego, qué imbécil soy.

martes, 3 de mayo de 2011

pequeña, pequeña.



Voy a contaros una cosa pequeña, pequeña: es una maravilla fregar los cacharros con agua calentita.

He sido consciente un momento y lo quería contar. La consciencia nos da la medida de la realidad.

Bueno, no sabía cómo empezar.