domingo, 28 de noviembre de 2010

hoy enciendo una luz

Ahora si que sí.
Me gusta esperar.
                                                                    

sábado, 27 de noviembre de 2010

carta abierta




Propone mater que hablemos de modelos sociales. Le haré caso, aunque nada sé del tema. Mi teoría es que, después de unas cuantas teorías desechadas, creo fundamentalmente en lo que me dice la experiencia. Aunque estoy abierta a otras ideas, siempre que sean personales y no de cortapega.

Creo que uno de los modelos de los que más abusa nuestra sociedad es el de la persona que triunfa. Que triunfa por méritos dudosos o ciertos, pero triunfa, en cualquier caso. De esta manera quedan atrás, en la cuneta de los pringaos, una gran mayoría, para mí gente normal, que mira hacia arriba con la boca abierta, entre envidiosa y amargada. Más altos, más guapos, más listos, más rápidos, más ricos, más... más. El ser menos está muy mal visto. Pero de tal manera está incardinada esta idea hoy en día, que no hay forma (fácil) de que alguien, sobre todo joven, crea en... iba a decir las Bienaventuranzas.

Otra referencia es la de la independencia. Nadie admite depender de nada, menos de nadie. Al menos para mí, un hombre se dignifica al reconocer su dependencia. Sin entrar en teologías, nada somos sin los que nos rodean, empezando por la familia y siguiendo por amigos, entorno y, en círculos cada vez mayores, todo lo que nos rodea. Desde esa posición es desde donde podemos empezar a entender algo. Vamos, que yo no soy el ombligo del mundo.

Y por último, lo fácil. Aquí lo que mola es lo fácil, sea abrir una lata, aprender un idioma, ligar con un chico, limpiar los muebles, hacer la comida, educar a los hijos, curar un dolor de cabeza, comprar un vestido, o siete, aprender un idioma, o jugar a tenis. Todo tiene que ser fácil y rápido. Eso dicen. Menuda engañifa. El tiempo se ha convertido en lujo y en caso de tenerlo hay que llenarlo para huir de uno mismo.

Estos rasgos y más, de los que si quieres seguimos hablando, conviven con otros realmente buenos. Llevo ya años decidida a no lamentarme, porque sé que lo que hace feliz al hombre tiene que estar ajustado a su naturaleza. No creo que seamos capaces de apoyar nuestra sociedad en valores falsos. Llámame ingenua. Pero reconozco que la fuerza que hago para creer en esto hace que las "aguas subterráneas" de la rabia se me cuelen por las rendijas.

Ha sido un placer charlar contigo, Mariapi.

PS: Imagen ilustrativa aplicable... Sunsi. Vuelvo con más tiempo y hablamos.


jueves, 25 de noviembre de 2010

gafas


Me quedó pendiente un retal cuando te conté lo de las sores en suecia. No voy a enlazarme porque una gran autora como yo no se autocita. Intentaré explicar lo de aquellas gafas y me gustaría que las vieras. 

Vayamos a sor Paula, aquel día. Primero visualiza la imagen de la hermana, su hábito y su toca, blanca como una paloma cuando se encontraba con el nacimiento del pelo. Y ahora imagina unas gafas tirando a cuadradas, con cierta tendencia a lo alto, sólo un poco. Bien. En la parte que roza con las cejas se dibujan otras cejas de pasta negra. Que sujetan las patillas por medio de un tornillo no grande, ni pequeño, sino lo bastante como para verlo a cierta distancia. Luego, y hacia abajo, buscando la forma cuadrada que digo, dos pantallas no grandes, ni pequeñas, sino lo suficiente para cubrir los párpados, ojos y ojeras. Son de un metal, ni acero ni oro, sino del color de unos ojos en un tarro de miel que se han desgastado de tanto mirar con dulzura, con fuerza, con dudas, y se han vuelto líquidos al calor del tiempo. Los cristales limpios, muy limpios. Y ella, sor Paula, no detrás ni delante, sino dentro.

¿Las ves? Pues así eran. O así me parecieron. No tan imposibles.

lunes, 22 de noviembre de 2010

un respiro



Esta tarde estaba pensando que en los blog no solemos hablar mucho de las cosas que nos preocupan. Al menos yo no lo hago. Y si lo estaba pensando es porque hay cosas que me preocupan. Aunque no tengo ganas de contarlas. Bastante centrifugado tienen en mi cabeza.

Dicen que los blog son una terapia. Para mí, la terapia consiste en contar cosas que me gustan, en buscar y tratar de encontrar lo bueno, lo que me parece bonito de lo que veo o pienso. Por eso me resulta curativo. Disfruto escribiendo y sacándole punta a lo que me pasa. Me gusta jugar con las palabras. Me gusta inventarme historias y que alguien las entienda. No son historias de ficción, no son cuentos ni relatos, es obvio del todo. Son historias que se me ocurren. Como la de los botones del costurero, que siguió después del post hasta nadie imagina dónde.

Aunque hay días, como hoy, en que sería fácil soltar aquí  ese "reguero de cabos sueltos", que dice Drexler. Otra vez será. Ahora voy a buscar una foto chula. Y por éstas me evito dieciséis o veinticinco vueltas y rotondas. Mañana será otro día. Y con esto y un bizcocho, hasta  otro día... morocho, abrocho, pinocho.  Hoy no sé programarlo a las ocho.


PS uno; "jardinero de mis dilemas", es precioso, no?
PS dos; sigo sin encontrar ventanita sin publi, ay.
PS tres; ah, pues sí que supe programar a las ocho.

jueves, 18 de noviembre de 2010

hilos y botones



Hoy me he dedicado a ordenar el costurero. No vaya nadie a creerse que soy una manitas, nada de eso. Es un costurero normal, de una casa cualquiera. Ha sido todo un recorrido por la historia de mi vida... de casada. Antes había hecho pinitos en el cole, con poca fortuna y peores resultados.

Luego hubo una época en que sí, le di alguna vuelta al tema de los hilos. Se me ocurrían cosas, aunque  no sabía hacerlas. Como aquellos vestidos de colibrí, ¿te acuerdas?. Y muchas tonterías con cintas de colores, qué bien lo pasaba. Aprendí nido de abeja para hacerle un traje a mi primera sobrina. El corazón es el que manda en los dedos, por brutos que sean. O será al revés, aún no lo entiendo.



Primero he ordenado los hilos rosa, había muchos, no todos los rosas son iguales. Algunos usados, otros apenas, para aquel vestidito. Iba a buscarlos con la muestra, era un gusto probarlo en casa y ver que coincidían. Azul claro menos, los chicos simplifican al principio. Dos amarillos, algún verde agua, aquella boda, los zapatos, era momento de cintas y me empeñé en ponerles una. Naranjas, recuerdo exactamente adónde fueron. Y rojos, los que están entre las costuras de todos estos años, que son muchas. En batallón, más tarde, los marrones, beig y grises. Y el azul marino, qué raro, sólo uno. Los de algodón  buenos y los del chino. Los de zurcir y los hilos de madeja. O las prisas, me llevo dos y ya lo probaré en casa. O el desinterés, lo pongo blanco y ya lo cambiaré otro día. Bueno, blancos había muchos.

Pero lo que más me ha gustado ha sido ordenar los botones,  cómo es posible que haya reunido tantos.  Daban ganas de ir a repasar la ropa, si no fuera porque sé que nos abrochamos todos los días. Sólo blancos, sin contarlos, más de cien; de nácar, de pasta, redondos o cuadrados y de otras formas. Y los chiquititos de colores... el de rayas del camisón de M., los rojos de los vestidos de las niñas, los de los vaqueros más tarde. ¿Y dorados?  Los tengo en una caja aparte pero no entiendo de dónde han salido. Se llevaban antes, pero ¿tanto?.

He dejado a mano  los hilos básicos y las agujas medianas. El dedal, el huevo para zurcir  y las tijeras. Botones blancos de dos tamaños y dos o cuatro agujeros. Lo demás, tal vez, más adelante... me da por hacer faldones deconstruidos o lo heredan mis hijas. La vida es tan sorprendente... como esos botones dorados, ¿de dónde habrán salido?.

martes, 16 de noviembre de 2010

un rábano me importa


Hace un par de semanas descubrí una verdulería cerca de mi barrio. Parecerá una tontería pero es todo un hito que cambia mi vida, en serio. Soy bastante feliz si encuentro fruta y verdura que me gusten.

Ya he ido varias veces. Según a qué hora llegue aparece el marido de Marina, que llega de la huerta.  Traigo alcachofas, dice. Y en lugar de ponerte las de la tienda, se va al camión y te pone las nuevas. No quiero ni contar cómo son las mandarinas, por ejemplo. Y las patatas, nada que ver con esas mallitas que nos dan por buenas. O las judías, que ahora pueden ser de tres formas.

No es que me deje deslumbrar fácilmente, mis recorridos por los mundos de la verdura han sido muchos y variados. Pero ahora el gran mercado me resulta inaccesible... y me falla la compañía. Así que hasta que volvamos a nuestras excursiones de los martes, estoy tan contenta con este hallazgo.

De los tomates hablaré otro día; son la piedra de toque de cualquier verdulero que se precie. Hoy he comprado rabanitos, que me recuerdan a mi madre. Los servía con la ensalada y una vinagreta.

domingo, 14 de noviembre de 2010

sábado, 13 de noviembre de 2010

escalera de color



Algún día, por la noche, he pensado en poner encima de la mesa mis cartas. Hay quien dice quién es, su nombre, dónde vive, algo de su historia, no sé...

Me gusta tener secretos y para guardarlos creo que soy buena también. Pero hay noches en que me entran ganas de abrir la manga y dejarlas caer. Si hoy hablo de esto es sólo porque igual hay quien se ha imaginado que llevo un póker. Y no. No hace falta que diga que soy una persona normal, tirando a normal.

Es verdad que quiero guardar la intimidad de los míos y la mía propia también. Es verdad que hay cosas que quiero guardar. Pero cuando veo que hay quien se da tanto, que regala sus cartas a los demás... me siento un poco rácana con lo mío.

Creo que no me equivoco al esconder mi escalera. Porque no es más que eso, una bonita (*1) escalera de color. A lo mejor un día se me caen sin querer las cartas, no sé. Mientras tanto pienso que por la mañana se ven más claras las cosas y que lo que no mola es jugar de farol.

*1. y empinada.

miércoles, 10 de noviembre de 2010

automotivación

- ¿Sabes cuánto he aguantado sin pestañear?
- Con quién.
- Yo sola.
- En clase de qué.
- De lengua...
- Pero bueno...
- Así estaba más atenta.
- Cuánto.
- A ver.
- Cinco minutos.
- Más.
- ¿Diez?
- Más.
- Por favor, hija... dieciséis.
- Más.
- Diecinueve.
- Más.
- Veintidós.
- Uf, menos.
- Veinte.
- Sí.

martes, 9 de noviembre de 2010

tornado




lunes, 8 de noviembre de 2010

menos y más


Desde hace algún tiempo, bastante, me ronda una idea de la que fui fan. Pero han llegado unas taladradoras al piso de arriba y no sé si lo voy a poder contar.

La idea es que crecemos, que hay que crecer sin parar. Como tantas teorías esta también se me va. La  realidad me dice que no sirve; lo que hago no es crecer. Me voy desprendiendo, no sumo para ser más. Resto y me quedo en menos. Menos en general;  ideas, certezas, apegos, expectativas... Menos en muchas cosas. No quiero ser más. Ni mejor siquiera, no.  Así pero menos; soltando, sin riendas, esto no lo dirijo yo.

No quiero crecer, sino abandonarme. Quiero confiar, no crecer. Que el final me pille como al principio. Pero lo de crecer, a mi edad, no.

Los taladradores del silencio se callan. Menos ruido, mejor.

viernes, 5 de noviembre de 2010

ohhhh...

No he sabido colgar este juego en el post... pero me ha gustado y lo quería poner. Es de niños, ya, yaaaa, infantil, sí, lo sé.  Me han contado que una niña casi se duerme con él. ¿Te vas a quedar sin intentar que suene bien?   http://www.poissonrouge.com/frerejacques/

miércoles, 3 de noviembre de 2010

bonita no, por favor



Cuando eran pequeños hablaban como el Gordo y el Flaco. Pero un extraño mecanismo ha hecho que languidezcan ante el blanco y negro.    

¿Pero hablan?, ¿es de tu época?, ¿es bonita?. Bonita no, por favor. ¿Es de amor?, ¿pero amor moderno?, ¿es buena?. No mamá, por favor. ¿Es de miedo? De suspense. Nooo.

Una jovencita enamorada del antipatiquísimo Maxi. El castillo de Manderley y el ama de llaves. La tremenda historia de Rebeca, mala, malísima. Y ella, la sin nombre, colada hasta los huesos,  perdonando lo imperdonable. El mago Hitchcock jugando con las sombras, las escenas de absoluta tensión, el agobio de esa chiquilla encerrada en los recuerdos de la señora de Winter. Nudo. El naufragio, el juicio y desenlace. Tan redonda. Mejor cada vez que la veo. Pues no;  bah, bueno... Vaya, que no.

Ellos aún no lo saben, pero Stan y Oli, y Rebeca, les están haciendo un favor. Al menos eso creo yo.