miércoles, 29 de septiembre de 2010

nana para blogueros


Hace poco hablaba con un amigo sobre internet. Me contó que cuando era pequeño pensaba a veces cómo podía Dios saberlo todo sobre nosotros. Sobre cada uno. Cuando empezó a utilizar la red, se dió cuenta de que si con este medio podía llegar a saberse tanto y a tener tal cantidad de información... cómo no iba Dios a conocernos más que nosotros mismos. El llegó a esta conclusión que no deja de tener su miga.

A mí me vino después a la cabeza otro pan. Si Dios puede crear una mirada que habla de ternura, cómo no va a poder amar al mundo entero. Si puede sostenernos un segundo más con vida, de qué no será capaz el Señor del tiempo.

Una piensa estas tonterías y se va a dormir tranquila.

martes, 28 de septiembre de 2010

las cosas

Llamaremos aquí cosas a todo lo que nos rodea y no echaríamos nunca de menos. Las cosas son esos miles de bártulos ambulantes que ocupan espacio en nuestra casa, en nuestra vida. Son esos titos que acumulamos con los años y nos duele tirar porque son recuerdo de un momento, regalo de alguien, compra sin sentido o solución de emergencia que fue resuelta más tarde. Son, en fin,  los jarrones azul turquesa guardados en la misma caja hace siete años.

Son cosas también  las gorras de propaganda, las camisetas conmemorativas, las felicitaciones de Navidad de antes de este siglo, las cartulinas dobladas de cuando iban a primaria, las medias de rayas de la abeja Maya, los ceniceros rotos y pegados, las llaves de hace cuatro bombillos, el rallador oxidado, los pinchitos morunos, los marcos sin cristal, las toneladas de piedras recogidas en la playa en los 90's, las cajas de cassete vacías, las perchas rotas que enganchan lo que les cuelgues, las cajitas de acuarelas gastadas, la plancha de repuesto que no funciona, la varilla del antiguo minipimer. Y son cosas los bolsos que ya nunca me pongo, los por si acaso, los vestidos de cuando éramos novios... son cosas.

¿Para qué quiero yo las monturas de tooooodas las gafas que hemos llevado en esta casa?, ¿y sus fundas?. ¿Para qué los móviles y cargadores desde que nos dejamos seducir por el invento?.

Sí, ya he organizado una tómbola con un millón de cositas de estas. En buen estado, claro. Y funcionó a las mil maravillas, que lo digan los que estaban. Aún así. Menos. Tiene que haber menos. Este post podría ser mucho más corto. No subo foto.

Quiero convertirme al más radical minimalismo. Creo que no voy a poner ni los libros en la estantería. En el espacio que hay, que haya espacio. La era de las cosas acaba. Bienvenida la era de... aquí no entra ni una sola bolsa más. Excepción hecha de lo de comer, claro.

P.S: Dice mi asesor metabloguero que de los zapatos mejor hablo otro día.

domingo, 26 de septiembre de 2010

son como son


Hoy he ido a unas bodas de plata. Por la parte de allí. Por un lado mi ciudadana menor no ha entendido porqué la novia no iba de blanco y con velo. Y por otro yo no he entendido porqué ya no puedo andar con un tacón de cinco centímetros ni  doce metros. El caso es no entender.

Tampoco entiendo porqué las fiestas familiares no pueden durar menos de nueve horas, ni porqué  mi casa, aun llena de cajas, me parece tan maravillosa cuando vuelvo de estas sesiones maratonianas. El caso es discrepar.

Sigue haciendo calor y no entiendo porqué la gente, esa desconocida a la que creí acercarme, va con gabardina por la calle. Y con medias. No pienso ponerme los calcetines. Por lo menos hasta que los encuentre. El caso es llevar la contraria.

He comprendido, sin embargo, que cuando escribo en el blog intento ser buena. Y no. Hay que contar las cosas como son. Me lo ha dicho mi asesor metabloguero.

miércoles, 22 de septiembre de 2010

septiembre, este año


Cada curso, en septiembre, empieza el año. Septiembre es el mes para organizarse, para poner patas a los proyectos que imaginamos con los ojos cerrados al sol. Es mi mes preferido.

Este año no he forrado libros ni he revisado libretas. Ayer pasé por una papelería y compré unos bolis para mis hijos. Iba de paso.

Este año es diferente a los otros. Vivo entre cajas y tengo un agujero en el corazón. Estoy de paso como septiembre que ya se marcha, como el otoño que viene a vernos. El corazón se queda, cada año un año más. La vida irá viniendo.

Lo primero que ha venido, en otro orden de cosas, es que ya no sé subir imágenes al blog. No sé si es cosa de la propiedad intelectual o de mi cerebrito aún dormido... en fin.

jueves, 9 de septiembre de 2010

la gente

Este verano he mirado a la gente. La gente es el conjunto de personas a las que no comprendo. Personas que no se dejan mirar tampoco de cerca, de las que no puedo sino imaginar su vida.

Semivestidos, semidesnudos, paseando, comprando, sudando, bañándose, corriendo, bebiendo, riendo, de vacaciones. No sé si descansando. No  he podido dejar de mirarlos. 
Gente que destila serenidad y sosiego. Gente con cestos ordenados; la crema, el peine, el libro en el punto más interesante. También cierta distancia. Y gente con bolsas de plástico de las que salen  bocadillos, gorras y el Marca. Tal vez una cerveza caliente.

Este verano los hospitales también estaban llenos. Llenos de gente con la televisión encendida, o hablando en el pasillo por teléfono. Mucha gente sufriendo, esperando y sufriendo. Comiendo cualquier cosa, a cualquier hora. Asustados, con miedo. Aliviados al recibir el alta. Mucha, muchísima gente.

He sacado dos conclusiones. Una, que es necesario, y urgente, que nuestros espacios familiares, pequeños, se llenen de toda la ternura posible. De cosas que nos hagan sentir más personas. Otra, que todos somos gente.