miércoles, 21 de julio de 2010

sin prisa


Ahora que tengo otra ventana veo a los musulmanes ir a por agua de noche, con sus enormes garrafas de plástico. De día se reúnen en las esquinas, siempre en las esquinas. De día no salen ellas, salvo cuando el sol afloja y llevan a los niños al parque. Algunas bajan a la playa cuando oscurece, completamente vestidas. Las nacionales se empeñan en tomar el sol con el pecho desnudo, completamente expuestas.

Los eslavos tampoco veranean, aprovechan la temporada de turistas para trabajar por horas. Y vende fruta Mari y el del estanco no para de sellar boletos de lotería. La fuente de la plaza se desconecta a las doce y diez,  mañana hay verbena y han recortado los árboles. En el ambulatorio trabajan dos médicos de refuerzo y por la tarde pasan camiones de arena para llevarla a otra playa que se queda vacía. El super está lleno todo el día pero, mirando mirando, he descubierto el momento para comprar  sin colas.

Todo está  bien,  ya casi no me acuerdo de cuando escribía en este blog absurdo que no quiero abandonar del todo. Mi verano hortera marcha viento en popa, a media vela, tan despacio como un caracol. Como una caracola, como las conchas de mar que os mando, porque de vosotros sí que me acuerdo.